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El niño sigue caminando

Hoy el aire tiene memoria. No es solo otoño: es el susurro de una infancia que no se olvida, el eco de un niño que huele a canela y camina descalzo por los pasillos del alma.

Me despierto con la certeza de que cada gesto puede ser un ritual. Encender una vela. Doblar una carta. Ponerle nombre a lo invisible.

En la cocina, el café se mezcla con el aroma de los aceites que preparé ayer. Canela, lavanda, un toque de naranja amarga. Cada frasco es un conjuro, cada gota, una página del libro que aún no he escrito.

Hoy escribo para recordar que Mundo Canela no es solo un universo literario. Es una forma de estar en el mundo. De mirar con ternura lo que otros llaman rutina. De convertir lo cotidiano en ceremonia.

He recibido mensajes de personas que quieren colaborar, que sienten que este niño también vive en ellas. Y me emociona. Porque cuando compartimos rituales, no solo creamos arte: creamos comunidad.

Así que este blog es una invitación. A oler, a sentir, a escribir. A ritualizar lo que duele y lo que sana. A seguir expandiendo este universo que nació de una cicatriz con sabor a canela.

Gracias por estar. Hoy, como cada día, el niño sigue caminando. Y deja un rastro dulce en cada palabra.


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