Diez dÃas que saben a espera, a nervios y a ilusión contenida. El Niño Canela regresa a su tierra, no solo como un personaje de papel, sino como un puente entre recuerdos y nuevas memorias compartidas.
La presentación de un libro no es únicamente un acto literario: es una reunión de afectos, una mesa servida de palabras y silencios donde cada lector aporta su propia vivencia. Quiero que quienes acudan sientan que están entrando en una cocina antigua, donde el fuego lento todavÃa guarda secretos, y el aroma de la canela se mezcla con las voces amigas.
Habrá libros para firmar, sÃ, pero sobre todo habrá un momento para detener el tiempo. Para mirarnos a los ojos, para compartir un pedazo de historia que nos pertenece a todos.
El Niño Canela siempre quiso dejar huellas pequeñas, sencillas, pero duraderas. Dentro de diez dÃas, esas huellas se volverán caminos de ida y vuelta entre la lectura y la vida.

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