Archivo del blog

A fuego lento



Hay días en los que todo parece avanzar sin ruido. Sin titulares. Sin aplausos. Son esos días los que más importan. Los que se viven despacio. Los que no necesitan testigos para ser verdaderos.

Escribir también es eso: un acto silencioso. Uno se sienta frente a la página como quien se sienta ante una mesa antigua. No para exhibirse, sino para servir algo honesto. Una emoción. Un recuerdo. Una herida que ya no sangra, pero sigue diciendo.

He aprendido que lo importante no siempre ocurre cuando pasa algo grande. A veces sucede cuando no pasa nada. Cuando el mundo, por un instante, se detiene y uno puede escuchar su propio pulso. Ahí nació este proyecto. En ese silencio. Y ahí regresa cada vez que escribo.

No busco la prisa. Nunca la busqué. Prefiero el paso corto y firme. La palabra que se queda. El lector que regresa. La historia que madura como madura el pan bueno: con tiempo, con manos, con verdad.

Hoy no traigo noticias.
Traigo vida.
Traigo memoria.
Traigo la calma de seguir.

Y con eso basta.

El Niño Canela | DMA


No hay comentarios:

Publicar un comentario

El nombre que aprendí a decir en voz baja

Hay amores que no piden permiso. No hacen ruido. No se anuncian. Este es el recuerdo de uno de ellos: limpio, silencioso y verdadero. Una ...