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DOMINGO DE AGOSTO



Los domingos de agosto tienen un pulso distinto. Afuera, el calor se acomoda en las calles y dentro de casa todo huele a quietud, a ese descanso que no se compra en ninguna parte. Hoy he decidido que mi refugio sería la cocina, con las ventanas abiertas para que el aire traiga un poco de tarde y el sonido de la vida que sigue ahí fuera.

Mientras el café subía lento, puse un disco de Mecano. Sí, Mecano. Porque hay canciones que, como las especias, no pasan de moda: se guardan en el estante de la memoria y, cuando las sacas, todo vuelve. Y ahí estaba yo, removiendo un guiso ligero, pensando en que la cocina es también un reloj, un calendario emocional que te recuerda quién eras y quién eres.

En la encimera descansaba una cesta de tomates, pan tierno y un manojo de albahaca. No hacía falta más para saber que hoy comeríamos algo sencillo, pero lleno de verdad. Como la vida cuando la dejas fluir.

Quizá por eso el Niño Canela —ese que a veces me mira desde el espejo— me sonreía hoy. Como si entendiera que no siempre hay que correr, que hay domingos que se saborean como un verso bien dicho o como una nota que se alarga justo lo necesario.

Y así, entre una canción que hablaba de barcos y amores, y el aroma que salía de la olla, comprendí que estos pequeños momentos son la mejor receta para estar en paz.


🎶 Canción del día:
Mujer contra mujer – Mecano

🍴 Sabor del día:
Pan con tomate, aceite de oliva y albahaca fresca.



1 comentario:

  1. Olor a amor en cada plato en una tarde calurosa de domingo😍

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