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1 de Septiembre

El mes comienza con un aire distinto, como si las hojas del calendario también guardaran memoria. El Niño Canela despierta temprano, con ese olfato suyo que parece atrapar no solo el aroma del café, sino también el de los días nuevos.

Septiembre le recuerda que todo regreso es también un comienzo. Los caminos se llenan de pasos que vuelven a la rutina, pero él prefiere caminar despacio, mirando los detalles pequeños que nadie nota: una ventana entreabierta, un ramo de albahaca en el balcón, una canción perdida en la radio de algún vecino.

Hoy escribe en su cuaderno:
"No quiero correr tras el tiempo. Prefiero que el tiempo venga a mí, como el olor de la canela que se queda en la casa después de hornear."

Con esa calma empieza septiembre. Con la certeza de que cada día guarda una chispa de dulzura, si sabemos detenernos a sentirla.


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