Hoy he vuelto a acordarme de algo que durante años di por hecho: lo sencillo también es valioso. Lo aprendí tarde, quizá porque la vida me enseñó primero a resistir antes que a disfrutar.
Hubo un tiempo en el que pensaba que todo lo importante tenía que doler, que había que sufrir para merecer. Crecí con esa idea clavada en los huesos. Y sin darme cuenta, fui acumulando silencios, esfuerzos, noches largas y decisiones hechas desde el miedo.
Con los años entendí que lo sencillo no es pobreza, es sabiduría. Un café caliente por la mañana. Una conversación sin prisas. Un plato humilde bien hecho. Una canción que te acompaña desde hace treinta años. Eso también es vida. Y es de la que dura.
He vivido deprisa cuando tocaba correr, y cargado con pesos que no me correspondían. Pero hoy sé que la paz no se negocia. Que vivir tranquilo no es rendirse, es elegir. Y que no hace falta demostrar nada todo el tiempo: basta con estar.
Miro atrás con respeto, no con rencor. Agradezco lo que fui porque me trajo hasta aquí. Y miro adelante sin soberbia, con la serenidad de quien ya no persigue aplausos, sino días honestos.
Hoy me quedo con lo sencillo.
Como quien se queda en casa porque fuera ya ha visto suficiente.
— El Niño Canela
DMA

No hay comentarios:
Publicar un comentario