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Descanso merecido

El  Niño Canela deja el fuego en reposo.

No es cierre.
Es pausa.

Como el guiso que se aparta unos días
para que asiente,
como la casa antigua que se airea
antes de volver a habitarse.

El cuerpo manda parar
y el Niño Canela obedece,
con respeto y sin ruido,
como se ha hecho siempre.

Serán unos días.
Los justos.
Ni uno más, ni uno menos.

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