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Recetas que suenan a memoria



En la cocina del Niño Canela no había relojes. El tiempo se medía por canciones.
Mientras el guiso burbujeaba lentamente, alguien ponía un viejo casete en el radiocasete de la mesa: Los Secretos, Antonio Vega, a veces Joan Manuel Serrat. La música se mezclaba con el vapor, y todo aquello quedaba impregnado en los azulejos como un perfume invisible.

El Niño Canela recuerda que no era solo comida lo que se cocinaba, sino instantes. Cada cucharada de caldo llevaba escondida una melodía. Cada golpe de cuchara contra la cazuela tenía el ritmo de un compás.

Hoy sabemos que la cocina también puede ser una partitura:

  • El sofrito es el preludio.

  • El hervor lento, un estribillo que se repite.

  • El aroma a canela en los postres, el acorde final que nunca se olvida.

Quizá por eso, cada vez que entra en una cocina, el Niño Canela escucha música aunque nadie le dé al play. Y al probar un guiso caliente, siente que regresa a esos días en los que la vida se servía en platos hondos, acompañada de canciones que aún siguen resonando.


📌 Cocinar es recordar, y recordar es volver a cantar con quienes alguna vez nos hicieron sentir en casa.

✒️ DMA

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