Los viernes por la tarde tenían un ritmo distinto.
Algo cambiaba en el aire, como si el centro entero se aflojara un poco el cinturón.
Las cuidadoras hablaban más bajo, los pasillos olían a lejía y promesa.
Y a veces, solo a veces, uno de nosotros conseguía colarse en la cocina.
Ese día fui yo.
Entré con las manos en los bolsillos y el corazón latiendo como si fuera delito.
La señora Pilar —que nos trataba como a personas incluso cuando no lo merecíamos— me miró de reojo y me dijo:
—Si no sabes batir huevos, fuera.
No supe si bromeaba, así que me puse a batir.
Aquella tarde hicimos tortitas dulces de sartén, con harina y cariño, sin receta escrita, pero con memoria suficiente.
Ella medía “a ojo”, pero con precisión de relojero.
Yo pensaba que cocinar era complicado, pero la verdad es que solo hacía falta que alguien te enseñara a esperar.
Y a no tener miedo de fallar.
Cuando me dejó probar la primera, aún humeante, pensé que ojalá todos los viernes terminaran así:
con una sartén, dos huevos y alguien que no se ha rendido contigo.
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🥞 Receta: Tortitas dulces de sartén al estilo de la señora Pilar
Ingredientes:
1 huevo
100 ml de leche
100 g de harina
2 cucharadas de azúcar
1 pizca de sal
1/2 cucharadita de canela (opcional)
Aceite o mantequilla para la sartén
Preparación:
1. En un bol, bate el huevo con el azúcar y la leche.
2. Añade la harina poco a poco, la sal y la canela, mezclando hasta que no queden grumos.
3. Calienta una sartén pequeña con un poco de aceite o mantequilla.
4. Vierte una pequeña cantidad de masa y cocina por ambos lados hasta que esté dorada.
5. Sirve calientes, con azúcar espolvoreada, mermelada, o lo que tengas a mano.
Consejo de la señora Pilar:
“La primera nunca sale bien. Y está bien que así sea.”

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