En el centro no había aire acondicionado.
Ni madre. Ni siesta.
Solo un pasillo largo, muchas puertas iguales y una cocina que olía a tomate desde las diez de la mañana.
A mí el gazpacho me sabía a abandono. A algo que intentaban darnos frío cuando el calor era otra cosa. Era rabia, era agosto sin playa, era llorar sin hacer ruido en la esquina del comedor.
Pero luego crecí.
Y descubrí que el gazpacho no tenía la culpa.
🥄 Ingredientes del gazpacho que me reconcilié:
- 1 kg de tomates de los que saben (no de los de hospital)
- 1 pepino sin trauma
- Medio pimiento verde
- 1 ajo pequeño, sin gritar
- Pan del día anterior, como nosotros
- Aceite de oliva bueno, que abrace
- Vinagre que despierte
- Agua fría y una pizca de sal
🧺 Preparación:
- Tritúralo todo.
- Si no quieres grumos en la garganta, cuélalo.
- Mételo en la nevera y deja que repose, como hicimos nosotros.
- Sírvelo frío. Añade tropezones si tienes memoria.
🍽️ Reflexión
Hoy lo sirvo en casa.
Lo preparo con amor, con aceite del bueno, y lo comparto con los míos.
El Niño Canela ha aprendido a perdonar… incluso al gazpacho.

No hay comentarios:
Publicar un comentario